La carretera desde Cotonou es caótica. Hay muchos camiones (algunos de los cuales están en mal estado) y baches. Es preciso evitar hacer el trayecto de noche (debido a la ausencia de luz). En el camino, hice una pausa en Allada y Sékou para relajarme y comer, pero solo encontré "agouti" (rata de los arbustos) y caracoles.
Hice un alto en Abomey en ruta hacia el parque nacional de Pendjari. A mi llegada por la tarde, fui a la oficina de turismo, con la esperanza de visitar los palacios de los reyes, clasificados como patrimonio mundial de la UNESCO. Cerrados al fin del día, aconsejo visitarlos por la mañana (también hace menos calor). Pasé la noche en un albergue situado en las cercanías del centro y de los palacios.
Encontré apasionante esta ciudad llena de riquezas históricas, reales y arquitectónicas con sus palacios de tierra roja, ocre, ladrillo, decorados con bajorrelieves, coloridos, naífs y a veces divertidos, que representan los diversos símbolos de los reyes de la dinastía de Dahomey: "Guélé", el león, representa el abuelo; "Guézo", la pantera, representa al padre y "Béhanzin", el tiburón, representa el hijo. La historia de estos reyes es fascinante, a veces difícil de seguir para los novatos, con sus tradiciones divertidas o sorprendentes. Sentí la fuerza de los rituales, las peleas, los mitos y prácticas que llenan esta ciudad.
Durante mis dos días en Abomey, mis pies se volvieron rojos, color característico de esta tierra de laterita. Me gustó mucho esta parada en Abomey, tuve la impresión de comprender mejor ciertas creencias y el vudú, muy presente en Benin.