Amapura se encuentra a orillas del río Irrawaddy, a 10 kilómetros de Mandalay. Es una antigua capital del imperio birmano. Alberga el monasterio budista Mahagandayon, donde viven más de 1.000 monjes. Como en Mandalay, pude ver su procesión por la ciudad para su única comida del día.
Además de los templos y estupas de Amapura, el mayor atractivo de la localidad es el puente U Bein, que es el puente de teca más largo del mundo. Fue construido en 1782, cuando la ciudad era la capital real. Mide 1,2 kilómetros de largo y posee 1.600 pilares. Lo crucé por la tarde, paseé por el otro lado del río y regresé por el mismo lugar, al caer el sol. ¡Vale la pena!
Amarapura es famosa y frecuentada por el famoso puente U Bein. Sin embargo, su fama no es desmerecida. Lo mejor es que vayas temprano por la mañana o al caer la tarde para aprovechar los cambios de luz y de ambiente. Me topé con monjes budistas, vendedores ambulantes, turistas con cámaras de fotos de último modelo, lisiados... Pero, si hay algo seguro es que agradecí la exclusividad de haber visitado el sitio por mi cuenta, llegando al alba y marchándome al atardecer.
No muy lejos del puente de teca, cerca del monasterio de Maha Ganayon Kyaung, hay aparcados decenas de Mazdas de colores. Son taxis colectivos que llevan a los turistas antes de las 11.00 para fotografiar a los cientos de bonzos durante su última comida del día. Observa el fervor de estos monjes de hábitos púrpuras, pero sin ser demasiado mirón. A veces es lamentable cómo se acercan algunas personas, ávidas de topicazos. No seas como ellos y ten algo de respeto.
Como la mayoría de los viajeros, quise visitar Amarapura para ver el fotogénico puente U Bein, el puente más largo de madera de teca del mundo, de 1200 metros de longitud.
Aunque es muy turística y enseguida se llenó con un montón de grupos, me gustó mucho visitar Amarapura y no sabría si recomendarte que vayas a disfrutar de ella al amanecer o al atardecer, ya que en ambos momentos los paisajes son, sencillamente, maravillosos. Desde el puente, recuerdo haber visto un atardecer espléndido en el campo de los alrededores.
Tampoco me arrepentí de haber contratado una visita combinada de dos días para los sitios de Sagaing y Ava, solicitando un guía en Mandalay. Subiendo por sus dos calles, pude disfrutar de mis visitas con total libertad y tomarme mi tiempo para pasear y hacer fotos.