Bienvenido al país del amanecer calmado. Desde el primer momento del día, el sentido de esta expresión se hará evidente. Corea del Sur, un pequeño y tranquilo país, es uno de esos destinos que ha sabido desarrollarse conservando todas sus tradiciones. En este país del extremo oriente, la religión y el culto están siempre presentes. En medio de paisajes increíbles, contemplarás los hermosos templos budistas. Concebidos para confundirse con la naturaleza del entorno, estos lugares de culto adornados con motivos de colores muy detallados te sumergirán en un universo inundado de calma y serenidad. Y cuando abandones por algunos momentos los templos y jardines, descubrirás un igualmente asombroso panorama: entre el mar y la montaña, las rocas grises y los frondosos árboles verdosos, la diversidad de la naturaleza coreana es una de una belleza sin apelativos. En cuanto a la región de Seúl, las actividades son innumerables: los barrios de comerciantes de Insadong y Apgujeong, los pueblos tradicionales, la fortaleza de Hwaseong, así como una gran cantidad de otras joyas por descubrir en una zona que acoge hoy día a casi un coreano de cada cuatro que habitan el país.