Para llegar a Abu Simbel desde Asuán tendrás que cruzar el desierto. Hay varios vuelos todos los días, opción que me pareció mejor que ninguna. No obstante, se puede ir también en barco o en minibús por carretera, con escolta militar.
Al llegar, la grandiosidad del Templo de Ramsés IIme impresionó sobremanera. Se pueden distinguir claramente las cuatro columnas de Ramsés II sentado sobre su trono, pero enseguida se piensa en las distintas etapas de su construcción.
El templo se construyó entre los años 1304 a. C. y 1213 a. C., a iniciativa de Ramsés II. Está dedicado al culto de Amón, Ra, Ptah y el mismo Ramsés II. El interior, excavado en la roca, resulta muy oscuro. Pero lo más increíble es que el sol penetra hasta la habitación del fondo del templo durante los dos equinoccios. Ilumina así tres de las cuatro estatuas que se hallan sentadas sobre un banco.
Al cambiar el templo de sitio no consiguió reproducirse tal grado de precisión. La Unesco desplazó el templo de lugar para salvarlo de las aguas que cubrirían la zona con la construcción de la presa del Nilo, ordenada por Nasser. Abu Simbel se ha convertido en un emblema para la preservación de monumentos en la región de Nubia. El templo se reconstruyó en su localización actual, sobre una colina artificial, unos 55 metros más alto. Desde entonces, la iluminación durante los equinoccios tiene lugar dos días más tarde. ¡Lo cual da mucho en que pensar!
A su lado se alza un santuario más pequeño, consagrado al culto de Nerfertari, deificada con los rasgos de Hathor. Se trata del primer edificio religioso que ha sido dedicado a una esposa de faraón. Para mí, Abu Simbel constituye un lugar grandioso, que no puedes perderte si haces un viaje por Egipto
La calidad de los dos templos de Abu Simbel resulta muy sorprendente. Sorprende mucho conocer la historia de su preservación, desmantelamiento y reconstrucción un poco más lejos, para salvarlo de las inundaciones que iba a ocasionar la construcción de la presa de Asuán. Se trata de un lugar de visita obligada en medio de un viaje por Egipto.
El gran templo de Abu Simbel me dejó literalmente sin aliento. Se construyó para gloria del faraón: sobre la columna de la izquierda se puede contemplar el rostro de Ramsés joven y en la derecha el de Ramsés envejecido.
El templo de Hathor se construyó en honor a la esposa del faraón, Nefertari. No pude asistir al magnífico espectáculo de luz y sonido que tiene lugar en el templo todas las tardes, pero lo recomiendo encarecidamente. ¡Un encanto!