Bled es un lugar magnífico. Es un rinconcito paradisiaco que parece aislado del resto del mundo. Debido a las montañas que rodean el lago de Bled, el lugar parece mantenerse anclado en el tiempo y al margen de la agitación urbana. En efecto, durante tu visita a Eslovenia, podrás comprobar hasta qué punto este lugar transmite paz y tranquilidad. La belleza de las montañas y la calma del agua te harán valorar la particularidad de este sitio.
Una islita en medio del lago adorna el paisaje. Pude visitarla tomando un barco. Allí me encontré con una simpática iglesia.
Te aconsejo que subas hasta lo alto para poder contemplar mejor las vistas de Bled. Cerca del camping de Bled salen rutas de senderismo. Si caminas por este lado del lago, tendrás unas vistas magníficas de los alrededores, de la isla y del castillo de Bled, que se encuentra en la orilla de enfrente.
Bled es un auténtico paisaje de postal. Montañas con cumbres nevadas, un bosque que se extiende hasta los límites de la vista y, en el centro, un lago con un islote central, ¡la única isla de todo el país!
Pasé dos noches de octubre aquí; el lugar se hallaba desierto, no era en absoluto la ciudad balnearia y animada que me imaginaba, y, por otro lado, me encontraba sola en el albergue.
Preferí visitar el lago al día siguiente, ya que era tarde, y me contenté con pasear por los alrededores del pueblo. Vacas, granjas, ríos y arroyos: ¡todo lo que me gusta! Por la noche fui en busca de un poco de animación en la ciudad, pero no tuve mucho éxito... Al final entré en el único restaurante abierto, que al menos no estaba lleno de turistas: ¡volvía a encontrarme prácticamente sola!
Al día siguiente me dirigí al lago. Lo que más tenía ganas de ver era el mirador que sale en todas las postales, de modo que inicié mi ascensión. Como es lógico, me perdí por el bosque, y al encontrarme sola y no ver a nadie, no veía mucha solución a mi problema... Pasé un poco de miedo, pero seguí subiendo; ¡seguramente llegaría a alguna parte! Conseguí llegar y la vista merecía la pena, ¡por suerte! Un lugar mágico...
Guardo entre mis recuerdos dos de Bled; de entrada, los del típico paisaje de postal, con su fabuloso lago rodeado de la alta montaña eslovena, y en su centro con un islote pequeño donde se alta una hermosa iglesia. También es su castillo medieval, encaramado en un promontorio rocoso que domina las aguas turquesas del lago de idéntico nombre.
Sin embargo, también hay otro Bled en mi opinión: aquel con una carencia relativa de casco histórico, y el de una ciudad desfigurada principalmente por algunos hoteles poco elegantes y hormigonados, construidos durante la era comunista, donde Tito tenía su segunda residencia a orillas del lago. Las enormes terrazas de sus pésimos restaurantes se extienden hasta casi tocar las olas. Algo que, sin embargo, no debe desanimaros a visitar esta localidad, de visita obligada, durante un viaje por Eslovenia; pero os lo digo más que nada para que estéis prevenidos.