Nueva York (Estados Unidos)

Welcome to New York! Nada más llegar a Manhattan, fuimos directamente a Le Bain: nos dimos cuenta enseguida de que todo era inmenso, exagerado y con mucho movimiento. 

Me quedé solo una semana y con eso basta para ver lo básico de la ciudad.

Date una vuelta por Central Park y ve en ferry a la isla Staten, donde podrás admirar la famosa Estatua de la Libertad. Vete de compras por el Soho, y súbete a lo alto del Rockfeller Center, desde donde tendrás unas vistas grandiosas de Manhattan. Cruza el puente de Brooklyn o date un paseo por el High Line, cerca del barrio de Chelsea. Al caer la noche ve a Times Square, donde te deslumbrarán todas las luces, y luego sal de marcha por East Village.

Hay muchísimas cosas que hacer y que ver en Nueva York. Además, es muy fácil desplazarse por la ciudad, tanto en metro como a pie. 

Por último, olvídate de tópicos como que en Estados Unidos solo hay restaurantes de comida rápida. Los aficionados a la gastronomía tendrán todo tipo de restaurantes, ya que Nueva York es considerada como la ciudad más cosmopolita del mundo. 

Durante mis distintos viajes por Estados Unidos, pude ir a Nueva York en diez ocasiones, ¡y todas veces me encantó!

Me encanta pasear por la Quinta Avenida y deambular por Central Park (que ahora es todo para no fumadores), observar a las familias, las ardillas y los partidos improvisados de béisbol, desde el sur de Harlem hasta el principio del parque.

Cruzar el puente de Brooklyn al atardecer mientras se van encendiendo las luces de la ciudad es otra experiencia mágica que siempre aconsejo. Hazlo un día antes (o después) de subir al Rockefeller Building (más barato y menos frecuentado que el Empire State Building).

Por último, viajar a Nueva York también implica seguir el ritmo de los estadounidenses, siempre tan loco y frenético. ¡O lo odias, o te encanta!

Como muchos viajeros, durante mi viaje a Estados Unidos soñaba con visitar Nueva York. Sin embargo, allí no encontré lo que buscaba.

Quizá no me quedé lo suficiente, o quizá no conocí a la gente adecuada, pero el caso es que la grandeza de esta ciudad, de sus edificios y de sus carteles, me agobió más que fascinarme. 

Hay que reconocer que conservo un gran recuerdo de mi visita al estupendo museo de arte moderno de Nueva York: el Moma. También recuerdo haber dado paseos muy agradables por el Central Park bajo la nieve, haber comido perritos calientes de los puestos callejeros bajo la iluminación de Manhattan y haber deambulado por las callejuelas de Brooklyn.