Un gran misterio rodea la formación de las Colinas de Chocolate. La leyenda local cuenta que una pelea de gigantes dio lugar a la aparición de esta creación única. De hecho, parece ser que dos gigantes se habrían peleado a golpe de piedra durante días, hasta acabar extenuados. Evidentemente, los geólogos no están de acuerdo con esta explicación y parten de la hipótesis de que el origen de esta creación se encuentra en una formación calcárea. Personalmente, ¡yo prefiero la versión local! No se conoce el número exacto, pero podría haber más de 1200 pequeñas colinas en el centro de la isla de Bohol; los montes forman una alfombra sobre las tierras de esta pequeña isla.
En cuanto a su nombre, este proviene de su color, que cambia del verde al marrón hacia el final de la temporada seca. ¡Parece una enorme tableta de chocolate! Os recomiendo visitar este lugar durante la temporada de lluvias para poder admirar la naturaleza en su máximo esplendor, pero podéis visitar este lugar en cualquier momento del año.
Un viaje a Filipinas y, más concretamente, a la isla de Bohol implica salir a descubrir extrañas colinas salpicadas de color marrón.
Mientras me alojaba en Loboc (en el centro de la isla), alquilé una moto para dar un paseo de tan solo una hora a través de los paisajes verdes del centro. Mi objetivo era llegar al mirador principal, situado a 10 minutos de Carmen, es decir, la guinda del pastel (o, mejor dicho, la crema de chocolate que cae por la colina).
Un mirador a dos niveles que también hacía las veces de aparcamiento (un poco saturado), pero que ofrece unas vistas de 360º sobre ese paisaje tan excepcional. Por supuesto, merece la pena visitarlo, pero, personalmente, me resultó ligeramente decepcionante por las expectativas tan altas que tenía.
Por último, ver el amanecer o el anochecer desde allí puede ser el momento clave para apreciar los colores en su máximo esplendor y la imagen más atractiva del paisaje.