Eger es una de las ciudades más antiguas de Hungría, y esa es una de las razones por las que me gustó mucho pasear por ella.
La visita obligada de la ciudad es el castillo de Eger, situado en lo alto, que ofrece unas vistas espectaculares de los tejados.
Otro lugar importante, que es un símbolo de toda Hungría, es el balneario de Török Fürdő, imprescindible durante un viaje por Hungría. Tiene piscinas exteriores, salas de masaje, así como piscinas terapéuticas interiores.
Sin embargo, lo que más me gustó, al igual que en todas las ciudades de Hungría, es poder ver basílicas, mezquitas o sinagogas en los mismos barrios: así, el minarete y la basílica de Eger son, en mi opinión, lugares que deberás visitar cuando vayas a la ciudad.
La ciudad de Eger es una ciudad de tamaño medio, muy agradable y llena de recursos. Ya sea para los viajeros adeptos al camping o a los grandes hoteles, todo el mundo será feliz.
Eger es una ciudad llena de sorpresas: a mi llegada en coche a la periferia de la ciudad, me primera idea fue volver a irme. La periferia se la reparten una gran pobreza y los concesionario de automóviles. Hay que ir hasta el centro de la ciudad, pasar los deprimentes edificios comunistas y llegar a un magnífico barrio, que se salvo de las destrucciones masivas de los años 80. Es una ciudad muy agradable para pasear y disfrutar de las numerosas cafeterías al aire libre, cómodas y espaciosas.
Una cosa que no te puedes perder: el mirador, desde donde podrás admirar las llanuras y las viñas hasta el horizonte. Para los amantes del vino, el vino tinto es famoso en la región de Eger y merece la pena. En el centro de la ciudad, muchas bodegas están a tu disposición para degustar los vinos tintos locales.