No me encandiló la ciudad de Inca, pues me parecía ver a demasiada gente por allí. Todas las calles de la ciudad están llenas de tiendas y mercadillos que hacen de este lugar una escala perfecta para la compra de recuerdos de todo tipo, que te ayudarán a recordar por siempre tu viaje a las islas Baleares.
En mi paseo por el centro, me impresionó la iglesia Santa Maria La Major, bastante sobria, pero de imponente tamaño. La ciudad también alberga varios conventos de estilo barroco, bastante impresionantes.
No te olvides de entrar en una de las muchas bodegas reconvertidas en bares de tapas. Aquí podrás por supuesto degustar el vino isleño, pero también una oferta de charcutería que me pareció excelente. Me gustó mucho el ambiente local y el buen humor reinante en este lugar. Un lugar perfecto para los amantes de la buena cocina.