Me sentí un poco intimidada al principio por esta ciudad que parece tan hermética, pero puede que se debiese a su fama como ciudad peligrosa. Pero tomando las precauciones necesarias y después de haberme paseado un poco por el Nuevo Kingston y el parque de la Independencia, la tensión se relaja y se puede disfrutar plenamente del relajado ambiente caribeño. Me encantó el paseo hasta la casa Devon, hermoso edificio de estilo criollo que me recordó la arquitectura de Isla Reunión.
Durante tu estancia en Jamaica, prueba las especialidades locales como el "jerk chicken", todo un clásico y uno de mis platos jamaicanos favoritos. ¡Muy picante, así que cuidado!
Como mujer joven occidental y viajando sola por Jamaica, no me divertí en absoluto en Kingston. Con excepción, quizás, del barrio de los negocios, me acosaron constantemente. Casi todos los hombres que me crucé en la calle me llamaron a gritos, silbaron, agarraron, siguieron... Aunque ninguno pasó verdaderamente a la acción (con esto me refiero a la agresión física), nunca antes había comprendido tan bien la expresión "acoso callejero" como en Kingston. Hazte acompañar por todas partes, aunque solo sea por un conductor de taxi, incluso si este último te despluma. La seguridad no tiene precio.
No obstante, el museo Bob Marley es, sin duda, una visita imprescindible de Kingston, pero yo no la hice. Todos mis contactos me dijeron que por 20 $US la entrada no valía la pena. Por contra, visité Coronation Market, mercado local repleto de productores locales y curiosos: la multitud es compacta, la gente grita y negocia, algunos dirán que es la esencia misma de Jamaica. Pocos extranjeros van allí. Lo mejor es ir acompañado por alguien del lugar, ya que la gente aquí habla en dialecto. Evita también los zapatos de tacón, ponte las zapatillas de deporte. Productos frescos y a buen precio garantizados: suficiente para prepararse un buen "ackee and saltfish" (akí y bacalao salado), el plato nacional.
Kingston es un gran recuerdo de mi viaje por Jamaica, sin duda porque participé en el carnaval de marzo. Aunque lo mejor es ir disfrazado, no es necesario, basta con unirse al desfile que va aumentando a lo largo de la tarde por New Kingston. Seguro que te lo pasas bien de fiesta. El día antes, se celebra el J'ouvert, un desfile nocturno con una soca atronadora que acaba con un bombardeo de polvos de colores.
Las discotecas y los clubs de reggae y de dub son excepcionales (el Dub Club, en lo alto, ofrece unas vistas increíbles del centro). Los museos, sin embargo, tienen poco interés. Los únicos dignos de visitar son sin duda el Tuff Gong Studio (con estudios aún alquilados a los músicos y una prensa artesanal de vinilos), la Devon House, y quizá la casa de Bob Marley. Sin embargo, hay que ser muy fetichista para valorar esta casa prácticamente vacía por una entrada de 20 $, con tan solo algunas fotos y extractos de periódicos en las paredes, una guitarra en su antigua habitación, etc.
Me pareció mucho más interesante la visita a Culture Yard, más alternativa. ¡Sigue siendo una casa vacía! Pero es la casa en la que Bob compuso la mayoría de sus canciones con The Wailers. Y, ya que estás en Trenchtown, puedes visitar el famoso «government yard» de habitaciones dispuestas en «U» alrededor de un patio central, del que habla en «No Woman, No Cry», que eran algo así como de protección oficial. Hicimos el recorrido por la comunidad con un rude boy del gueto y aprendimos tanto charlando con él como visitando la casa. Aun así, no vayas tú solo: toma un taxi.