Áqaba tiene fama de ser una gran estación balnearia a orillas del mar Rojo. Al menos es lo que esperaba encontrarme cuando llegué allí. Sin embargo, Áqaba también es una de las mayores ciudades del país y el único puerto de todo el reino de Jordania. Por tanto, no esperes encontrarte con el típico ambiente indolente de una ciudad que solo vive del turismo. Es una auténtica metrópolis, con todo lo que eso implica en cuanto al tráfico y la animación. Quizá eso sea justo lo más interesante, ya que la convierte en un destino bastante auténtico.
Yo fui a Áqaba en el mes de junio y debo reconocer que en verano la ciudad empieza a despertar al final de la tarde. Por eso es preferible recorrer sus calles al caer la noche. Áqaba se ilumina con todo tipo de neones multicolores y la gente sale a tomar aire fresco y a desconectar de sus ocupaciones. La verdad es que es el mejor momento para descubrir la ciudad y todo lo que ofrecen sus comercios (café al cardamomo recién molido, kanafehs, baklawas, etc.). Es decir, visitar Áqaba es una buena forma de pasar tiempo en la playa y al mismo tiempo descubrir una Jordania auténtica.