Lo que más recuerdo de mi viaje por Letonia se llama«Lucavsalasatputasparks »,remansodepazquenotepuedes perderenRiga : pequeña isla alejada del centro de la ciudad, rodeada por el Daugava, los letones practican por allí todo tipo de actividades en cuanto llega el buen tiempo: voleibol en la playa, natación, ciclismo, deportes náuticos, pequeños conciertos improvisados, barbacoas... El ambiente es muy familiar y relajado, algo que no sucede igual en la ciudad, donde se nota el distanciamiento de los letones.
Me encanta terminar mis jornadas en el puesto "Tea House" para tomarme un té sobre unos suaves cojines con vistas al centro de la ciudad. Pero las mejores vistas siguen estando en lacimadelaiglesiaSan-Pedro:todoslostesorosdeRiga en un solo vistazo.
Cuando llegué a Riga ya había oído y leído un montón de referencias sobre la «París del norte», como se suele llamar a la capital letona. Aunque me parece que el apodo se aleja bastante de la realidad y no creo que la ciudad tenga ni punto de comparación con París, no por ello dejó de gustarme por lo que es: una metrópolis al mismo tiempo moderna, desencantada, turbia, festiva, acogedora y... ¡art nouveau!
Por desgracia, por todo ello se ha convertido en el destino preferido de los anglosajones para celebrar despedidas de soltero, con todos los problemas que eso acarrea: prostitución, violencia, alcohol... Sin embargo, Riga es literalmente una ciudad aparte, con un ambiente muy particular e inolvidable.
Letonia es un país pequeño, y toda la actividad económica, social, profesional y estudiantil, gira en torno a Riga, que sigue siendo también una ciudad bastante pequeña. 3-4 días bastan para disfrutar de la ciudad y reocorrer los alrededores.
Riga me intriga por la relación de Letonia con Rusia. De hecho, existen muchas tensiones entre estos dos pueblos, y se perciben tanto en la vida cotidiana de los letones como en la capital: así lo demuestra la presencia de 2 monumentos por la Libertad, uno letón y el otro ruso...
Además, la influencia post comunista todavía se siente, a pesar de los signos de desarrollo moderno que surgen por algunas partes. En ocasiones se tiene la impresión de viajar un poco en el tiempo y regresar unas cuantas décadas atrás... Lo cual no le roba interés, y nos permite comprender mejor algunos detalles de la historia.
Es la parte que más me ha gustado de Riga: sin sentirme totalmente cautivado por la arquitectura (la ciudad utiliza sus edificios de art decó para fomentar el turismo), ni por la naturaleza de los alrededores, aprendí mucho sobre la sociedad letona y las repercusiones históricas que hoy día se siguen sintiendo a lo largo de mi estancia en Letonia.