No tenía especiales ganas de visitar las Cuevas de Batu; ya había entrado en muchos templos y cuevas durante mi viaje de varios meses por Asia... Finalmente me decidí ¡y no me arrepiento en absoluto! La visita de esta cueva resulta muy relajante, a pesar de tener que subir 272 escalones bajo un calor húmedo y asfixiante.
Inmensas estatuas de las Cuevas de Batu: ¡las escaleras de la entrada son impresionantes! Tuve la suerte de poder asistir a una ceremonia hindú al llegar a este lugar: ¡olor a incienso, música, oraciones, y vestidos brillantes y de colores!
Ventaja: su facilidad de acceso y la cercanía de Kuala Lumpur. Se trata del mayor centro hindú del mundo fuera de La India.
Inconveniente: muchos turistas.
En un viaje por Malasia, me detuve varios días en Kuala Lumpur, y en ese tiempo pude ir a conocer las Cuevas de Batu. Tomando la KTM Komuter y desde el centro de Kuala Lumpur, hay que calcular unos 30 minutos. La entada a todas las cuevas de Batu no es gratuita, ya que en algunas hay actividades. Visité la cueva principal, la que está custodiada por una inmensa estatua dorada, Muragan, el dios de la guerra.
Después de subir los 272 escalones, se llega a una inmensa cueva entreabierta con un templo en el fondo. El ambiente es bastante místico y un tanto zen. También se puede seguir una ceremonia hindú. Ten cuidado y no saques nada de comida porque hay monos. A la derecha de las cuevas hay un pequeño barrio indio con unos cuantos restaurantes bastante buenos y con abundante comida.
Visité las Cuevas de Batu el tercer día de Thaipusam que tiene lugar cada año a finales del mes de enero. No pude asisitir a la inmensa procesión que se lleva a cabo el primer día, pero sí pude observar el increíble fervor de esta fiesta que marca el final del mes de ayuno y oraciones. Me quedé impresionado por la multitud presente en el lugar, las calles estaban taponadas en varios kilómetros alrededor del sitio.
Subí los 272 escalones que conducen a Dark Cave, al son de la música hindú. En el templo asistí a las interminables oraciones de los peregrinos que habían viajado por millones para la ocasión. Aunque Thaipusam se parece cada vez más a una gran feria, sigue siendo un momento único, un recuerdo muy bonito de mi viaje por Malasia. Os cuento esta experiencia en mi cuaderno dedicado a Malasia. Aparte de este momento festivo, el sitio se ha tornado demasiado turístico, y las cuevas se pueden visitar con un guía pero no tienen demasiado interés.