Puerta de entrada a África situada frente a Gibraltar, gigantesco puerto que cada día trae mercancías dudosas y hordas de turistas, zona antiguamente internacional donde solían llegar los marginados extranjeros, los hippies o los artistas, y todo ello sumado a una fascinante medina de color blanco y una preciosa ciudad de estilo art deco, te dará Tánger como resultado. Ciudad de atmósfera extraña, que se desmarca de sus homólogas marroquíes: o te encanta, o la odias.
A mí personalmente me encantó pasear por las callejuelas de su medina y acabar en la increíble plaza del Gran Zoco, antes retroceder en el tiempo en el centro de la ciudad, que nos hace remontarnos a principios del siglo XX con su típica arquitectura art decó, sus marisquerías, sus pastelerías francesas, sus librerías y sus cines. Por todo ello, Tánger para mí sigue siendo una experiencia memorable durante un viaje a Marruecos.
Yo no me quedé mucho en Tánger, esta ciudad-frontera con Europa no me gustó demasiado. No tengo razones concretas para explicar mi desinterés por Tánger, porque la ciudad en sí tiene cierto encanto. Quizá no me quedé lo suficiente para descubrir todos sus atractivos.
De todas formas, en à Tánger probé mi primer tajín y mi primer té a la menta, a lo que me aficioné totalmente después durante todo mi circuito por Marruecos.
La ciudad nueva, creada durante el protectorado francés, también tiene cierto atractivo, sobre todo los Jardines de la Mendoubia, una ocasión perfecta para ver distintos árboles frutales. También te recomiendo subir hasta la plaza Faro, un mirador perfecto para admirar la medina, el puerto y la bahía de Tánger.
Como muchos viajeros, me encanta Tánger. De esta ciudad, emana una atmósfera muy particular, puerta de África de otra época, frente al Mediterráneo, frente a Europa. Se distinguen las colinas de la ciudad, España de lejos, tan cercana y, sin embargo, inaccesible para muchos.
La medina de Tánger es especialmente bonita e interesante. Es imprescindible que vayas a una de las numerosas cafeterías y restaurantes con vista panorámica al mar y al océano. Una delicia, especialmente al atardecer.
Aconsejo a los viajeros que vengan de Europa que empiecen su estancia en Marruecos, luego Tánger y el norte, y luego bajar hacia el sur. La llegada a las costas africanas de Tánger en barco es especialmente inolvidable.