Pasé por Morelia al final de mi viaje a México. Como la inmensa mayoría de las ciudades mexicanas, su centro es un zócalo rodeado por una catedral y bonitos edificios coloniales. Este modelo podría haber acabado cansándome, pero en Morelia habría sido imposible, ya que es una ciudad preciosa y encantadora. Además, es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Simplemente pasear por sus calles adoquinadas es un placer, y sus fachadas rosas son impresionantes. Sin rumbo, fui pasando palacios e iglesias en cada calle.
Cuando llegue la hora de comer, te recomiendo que te unas a sus habitantes, que se reúnen bajo las arcadas de la iglesia de San Agustín. Allí, en un ambiente distendido y, a ratos, festivo, probé sus enchiladas, quesadillas, tamales, chilaquiles… La vida en Morelia es muy agradable.