Akaroa conserva aún la huella del intento de colonización francés. Está emplazada en la península de Banks, en la isla sur de Nueva Zelanda. Lo cierto es que, al llegar al centro, me di cuenta para empezar de que el nombre de las calles estaba aún en francés; más tarde me detuve ante una "boucherie" engalonada con los colores de la bandera francesa.
Esta ciudad, muy tranquila en invierno, ve su población cuadriplicarse con la llegada del buen tiempo. La proximidad geográfica de Christchurch permite hacer excursiones de un día; se trata de un lugar de veraneo privilegiado. Debido al hecho de que me encontraba de paso por la región durante el invierno, no puedo decir si la palabra "invasión" puede en realidad aplicarse o no a este lugar.
Akaroa me dio sensación de calma, como si el tiempo se hubiese detenido durante un fin de semana. Se trata de un pequeño puerto con un paseo marítimo urbanizado. Por desgracia no tuve tiempo de hacer una de las excursiones que se proponen por la zona, pero si la haces podrás acceder a ciertos miradores excepcionales sobre la bahía, a gran altura.