Mientras recorría las carreteras del Alentejo y admiraba sus paisajes que se extienden hasta el infinito, salpicados de olivos, viñedos y plantaciones de alcornoques, hice etapa en Alvito, pequeño pueblo blanco adosado a una colina. Mi primera impresión se confirmó rápidamente: Alvito es una localidad agradable, tranquila y acogedora.
Su principal centro de interés es su impresionante castillo, construido a partir de 1494, restaurado después de los daños causados por el terremoto de 1755. Magníficamente restaurado, alberga desde 1993 una "pousada" (hotel de lujo en edificios históricos). Como el castillo, la iglesia de Nossa Senhora da Assunçao (Nuestra Señora de la Asunción) y la capilla de San Sebastián dejan ver influencias de la arquitectura mudéjar – pequeñas cúpulas, minaretes cónicos – que recuerdan que la región estuvo durante mucho tiempo ocupada por los moros.