En Portugal, hacer edificar una monasterio tras una victoria es un gesto casi banal... Y sin embargo, me emocioné especialmente al visitar el monasterio de Alcobaça: por una parte, porque a pesar de que su arquitectura es esencialmente de de estilo gótico, su sobriedad le da una cierta majestad. Hay que decir que el monasterio estaba destinado a acoger hasta 1.000 monjes cistercenses, lo que te puedes imaginar al penetrar en la sobria nave, en el gran refectorio o en el claustro del Silencio, de un estilo manuelino más exuberante.
Pero también me emocionaron las tumbas de Pedro I e Inés de Castro, que se miran, instalado cada uno en uno de los transeptos de la iglesia; magníficamente esculpidas en el siglo XIV, dan testimonio del amor de Pedro I por Inés, cuando su padre Alfonso IV le había obligado a casarse con Constanza, la infanta de Castilla. A pesar de la muerte prematura de Constanza, Pedro tuvo que esconderse para desposar a Inés, antes de que esta fuese asesinada por orden de Alfonso IV. Pedro la hizo inhumar en la abadia para que, despué de su muerte, siguiesen reunidos... ¡Un historia de amor trágico a descubrir durante tu visita a Portugal!