Me sentí un poco como si hubiera llegado al fin del mundo en el lago de Abiskojaure, con esa vasta extensión de agua completamente en calma en la que se reflejaban las montañas nevadas de alrededor y el espeso bosque. Sin embargo, lo que llama la atención, sobre todo, es la ausencia casi total de contaminación acústica. No había ni un solo ruido, aparte de, quizá, el murmullo del viento en los árboles y el canto de los pájaros. Sencillamente, es un lugar de ensueño. Me habría podido quedar semanas allí, desconectando del mundo real en plena naturaleza.
Además, del lago sale también la gran ruta de senderismo Kungsleden (el Camino del Rey), que se extiende durante más de 400 km por Laponia y el norte de Suecia. En resumen, el lago de Abiskojaure es un lugar completamente apartado de los típicos itinerarios turísticos que, sin duda, merece la pena que visites si quieres escapar del frenesí de la ciudad.
A 13 km de caminata desde el centro de turistas de Abisko, dentro del Parque Nacional de Abisko, el lago de montaña Abiskojaure encantará a los amantes del trekking y del senderismo salvaje.
Pasé algunos días en el Parque Nacional de Abisko, en la Laponia sueca, con la intención de hacer rutas y más rutas de senderismo. La verdad es que en verano no hay otra cosa que hacer por allí y, como es de día todo el tiempo, tampoco hay que preocuparse por si se hace de noche ni volver a toda prisa al hotel antes de que se ponga el sol.
Total, que fui en dirección al lago Abiskojaure, uno de los mayores lagos del parque. La ruta no era complicada, aunque fuera larga: ¡es plana casi todo el tiempo! Además, es imposible perderse, porque el sendero toma el famoso «camino del Rey» (Kungsleden), una ruta de senderismo de 450 km muy bien señalizada que sale desde Abisko y vuelve a bajar hacia el sur bordeando la frontera con Noruega
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En la ruta, me crucé con bastantes manadas de renos pastando tranquilamente, con algunas aves y con unos ratoncitos de colores que había por todo el parque y cuyo nombre científico, por supuesto, desconozco. Había bastantes lagos y ríos, la naturaleza estaba desatada. Aunque ya estábamos a finales de junio, aquel año el invierno había durado demasiado y la nieve aún estaba fundiéndose, de ahí la intensidad de los torrentes y ríos.
Por fin llegué al lago, donde disfruté de un merecido descanso antes de desandar el camino y volver en sentido contrario hasta el pueblo.