Cuando estuve de viaje por Turquía me quedé en Estambul una semana entera. Al llegar, lo primero que salta a la vista es que Estambul es una ciudad de contrastes, de mescolanzas, o de paradojas, incluso. Su historia diversa y su ubicación, a caballo entre Asia y Europa, hacen de Estambul una ciudad única en su género.
Para remarcar la diferencia, hay que distinguir entre la ciudad moderna y el viejo Estambul. La parte moderna no es la más bonita, ni tampoco la más interesante. Eso sí, tiene algunos museos y la plaza Taksim, que no hace mucho se hizo famosa. Yo estuve allí durante los acontecimientos de hace dos años y asistí a verdaderas escenas de guerra civil. Lo más bonito de Estambul se encuentra en el casco antiguo. Muchos monumentos son patrimonio mundial por la UNESCO. Necesitas por lo menos cinco días para no perderte nada importante. Santa Sofía, la Cisterna Basílica, el Palacio de Topkapi, la mezquita Pequeña Santa Sofía, el Gran Bazar, la Mezquita Azul, las mezquitas de Sokollu Mehmet Pasha, de Solimán el Magnífico, de Kalenderhane, de Sehzade, de Fethiye y del Sultán Selim, las iglesias, los mercados y los museos son algunas de las maravillas que hacen Estambul tan fabulosa y singular. Desde que llegas a esta ciudad histórica eres consciente de que el mito sigue vivo.
Estambul es la mayor ciudad del país, pero, al contrario de lo que piensa mucha gente, no es la capital. Es una ciudad majestuosa y llena de atracciones, un destino indispensable durante un viaje a Turquía. Es difícil contar en pocas palabras todo lo que hay que ver en Estambul, porque la ciudad, además de ser enorme, está llena de puntos de interés.
Los persas, los griegos y los romanos pasaron por allí. Su variada herencia cultural es lo que otorga a la ciudad esta mezcla que la hace tan bonita. La gastronomía también hay que destacarla, por supuesto. En Estambul, se come bien.
Otro momento inolvidable de mi visita es la hora de los rezos. La ciudad está repleta de mezquitas, y, con unos segundos de diferencia, comienzan sus cánticos. Durante algunos minutos, es lo único que se oye.
El zoco es un paraíso para los más curiosos. Es bueno disponer de tiempo suficiente, porque el mercado es enorme. Es el lugar perfecto para descubrir un poco mejor la cultura local.