
¡Albania ha recorrido un largo camino a lo largo de estos años! Tras haber sido un país "medieval" como resultado de décadas de dictadura maoísta, golpeado por un subdesarrollo mucho más grave que el de cualquier otro país europeo y después de haber esquivado por poco una guerra civil en la década de los 90, este maravilloso y pequeño país mediterráneo y balcánico parece haber encontrado el camino a la modernidad. Eso sí, con grandes desigualdades, con pobreza y con la lacra de la mafia aún lejos de ser erradicada, pero con mucho más progreso que nunca antes en toda historia. Y, por fin, con estabilidad política y social. El Estado ha recuperado el control sobre todos sus territorios, incluso sobre las regiones del norte, antaño controladas por clanes mafiosos, y los viajeros no solo no tendrán que temer la delincuencia, sino que disfrutarán de la increíble hospitalidad de los albaneses durante su viaje a Albania.
Actualmente, aunque Albania sigue siendo uno de los países más pobres de Europa, ha experimentado la eclosión de una economía de mercado acompañada de un capitalismo salvaje que ha permitido la aparición de una clase media urbana, que no existía ni mucho menos antes del inicio del siglo XXI. Una gráfica de 1995 recuerda que en Albania había alrededor de 900 habitantes por cada coche (mientras que las peores cifras del resto de países europeos eran de alrededor de 15 a 1).
El maoísmo de Hoxha y Alia obligaba a sus habitantes a montar en bicicleta. Actualmente, las calles de Tirana y Durrës están llenas de coches, Mercedes de lujo negros con los cristales tintados para los economistas y altos directivos y coches antiguos de Alemania, la antigua Yugoslavia o Italia para la clase media. Los coches siguen siendo difíciles de ver en el campo, pero el nivel de vida rural tampoco tiene nada que ver con el de hace 10 años.
A mediados de los 90, el gobierno central albanés tuvo verdaderos problemas para imponer su autoridad en todas las regiones del país. Las tres regiones montañosas del norte estaban controladas por clanes mafiosos que eran más poderosos que las fuerzas del orden. Este problema se vio agravado por las crisis financiera y política de 1997, que parecía ser el germen de una más que posible guerra civil. Los cascos azules tuvieron que intervenir. Los refugiados albanokosovares provocaron sin pretenderlo una mayor inestabilidad en el país. ¡Todo esto es impensable hoy en día! La democracia actual parece funcionar y, aunque la corrupción y las mafias están lejos de ser erradicadas, al menos aparentemente, el gobierno ha conseguido que la ley se respete en todo el país.
La nueva generación, la que cumplió 20 años a mediados de la década de los 2000, tiene ansias de apertura, de disfrutar de los placeres de la vida y responde a un perfil consumista. Las cafeterías y los restaurantes son actualmente muy numerosos en las grandes ciudades, la fiesta está presente en todas partes. Los albaneses disfrutan hoy en día de la música urbana, el cine, la telerrealidad, los videojuegos... Para bien o para mal, Albania está fuertemente occidentalizada, muestra de ello son sus modernos edificios, presentes por todas partes, en ocasiones dispuestos con cierta anarquía urbanística. Pero el país no reniega de su esencia y su encanto original: sus tradiciones de convivencia, la hospitalidad, la amabilidad y el respeto por la familia y las estructuras sociales tradicionales. ¡Una mezcla maravillosa!