El templo de Uluwatu está lleno de monos delincuentes. Los muy gamberros nos robaron unas gafas, y el guarda nos vendió unos lichis para tener una moneda de cambio. Recuperamos las gafas sin problemas y, después, continuamos con nuestra visita.
Rodeamos el templo y subimos hasta arriba. Por el camino, nos cruzamos con algunos monos, pero eran más tranquilos. El templo tiene unas vistas impresionantes sobre el mar y los acantilados. El único problema es que las mujeres no pueden entrar al templo si están menstruando, según la religión hinduista.
Uluwatu también es un pueblo de surfistas con un agradable ambiente bohemio burgués. Es un placer disfrutar de las vistas y del ambiente relajado tomando el desayuno en un warung empotrado en el acantilado. Aquí se conoce todo el mundo, las relaciones se crean rápidamente y uno se siente como en casa. Nos costó mucho marcharnos para continuar nuestro itinerario por Indonesia.
Aunque el interior del templo de Uluwatuestá cerrado al público (no hindú), hay que ponerse un sarong tradicional(parecido a un pareo), como es habitual en Bali. Va incluido con la entrada.
Como no se puede acceder al interior del templo, te das una vuelta alrededor y, al final, resulta que la atracción principal son una multitud de monitos que pululan por los bordes del acantilado y que hacen las delicias de los peques para quienes viajan en familia. Eso sí, no descuides las gafas, la cámara de fotos, etc. Como ya indicaba un cartel en la entrada, ¡menudos mangantes están hechos los monos!
Luego están, cómo no, las vistas, con el contrapunto de una playa de arena negra y, como telón de fondo, el tejado del templo de Uluwatucon la forma típica de Bali.El punto álgido llega cuando se pone el sol.