El Beng Melea sigue siendo mi templo favorito. Fue descubierto hace poco y conserva un carácter salvaje muy pronunciado. La naturaleza ha ido ganando terreno. Levantado hacia el año 1100, no se conoce exactamente quién vivió allí ni cuál era su principal función. Se encuentra, pues, cubierto de misterio. Es mejor así: la imaginación se exalta en cuanto vemos las primeras piedras, o más bien los primeros escombros. Si visitas Beng Melea, no esperes hallar la perfección de Angkor Wat. No se trata de una visita turística habitual y tranquila. No, cálzate bien y sal a la aventura. Para poder visitar el templo, tendrás que escalar, dar zancadas, pasar bajo ramas, saltar... En resumen, se trata de puro deporte. ¡Recomendado para los amantes de la naturaleza y de la jungla salvaje!
El templo queda alejado de Siam Reap y, por tanto, del circuito turístico habitual. Aquí te encontrarás prácticamente a solas. Tus fotos serán fantásticas: ningún turista molesto te impedirá tomarlas. Beng Melea tiene un gran poder de seducción. No me quería ir de allí. Un punto imprescindible en un viaje por Camboya.
En ruinas y dominado por la selva, Beng Mealea recuerda un poco a Ta Phrom, templo conocido por haber servido de localización en la película Tomb Raider. En este lugar, la naturaleza ha impuesto su ley. Te hace sentir como si estuvieras en un jardín secreto con mil y un paisajes por descubrir. Los árboles y el musgo recubren las paredes del templo. Las lianas se enredan en las columnas. En el suelo se acumulan las piedras.
Si durante tu estancia en Camboya deseas escapar de los circuitos turísticos habituales y sentirte como un explorador del siglo XV, móntate en un tuk-tuk y dirígete a Beng Mealea. Son pocos los turistas que se aventuran a visitar lugares tan apartados de Siem Reap. Por lo que podrás disfrutar de estos paisajes con total tranquilidad. Como habrás podido comprobar, Beng Mealea es mi lugar favorito de Angkor.