Al oír hablar de una antigua capital, yo esperaba ver una ciudad en toda regla, grande, pero este no es el caso: el pueblo de Betancuria de hecho solo tiene unos 200 habitantes, siendo su municipio el más pequeño de las islas Canarias. El pueblo está atravesado por pequeñas calles empedradas a lo largo de las cuales se erigen las casas con fachadas blancas. El edificio principal de Betancuria es la Iglesia Catedral de Santa María, construida en el siglo XV, destruida posteriormente por los piratas, y reconstruida en el siglo XVII.
Hay dos museos que vale la pena visitar: el Museo de Arte Sacro y el Museo Arqueológico y Etnográfico, que explica la historia de la Isla y de sus antiguos habitantes, los guanches. Finalmente, si pasáis por Betancuria, no os perdáis la visita a la Ermita de San Diego de Alcalá, y a las ruinas del convento franciscano.
Conocer las Islas Canarias visitando Betancuria es adentrarse en la historia de la isla de Fuerteventura.