A nuestra llegada, los encantadores habitantes de la Isla de Pascua nos ponen un collar de flores y nos ofrecen un cóctel de bienvenida. ¡Casi parece que estamos en Tahití! Pero la comparación termina ahí. No nos encontramos en una isla paradisíaca sino en un banco de rocas volcánicas azotadas por el viento y en el que se concentran numerosos yacimientos arqueológicos. ¿Los más destacados? Los moáis. Son los guardianes de la isla, estatuas de toba y basalto que todavía encierran muchos secretos.
Entre las atracciones turísticas más importantes de la isla destacan el volcán Rano Kao cuyo cráter alberga un lago de casi 200 metros de profundidad; el pueblo de Orongo, cuna del dios Make-Make y de la ceremonia del hombre-pájaro; el volcán Rano Raraku, una auténtica cantera a cielo abierto en la que se tallaron los moái; Hanga Roa, la ciudad principal de la isla, y el museo antropológico Sebastián Englert; las cuevas Ana Te Pahu y el yacimiento de Ahu Nau Nau y sus moáis con pukao rojo, el sombrero tradicional.
La isla ofrece otras actividades interesantes como pasear en bicicleta por la bahía, hacer una excursión marítima o incluso salir a bucear para descubrir la fauna marítima de esta región tan remota. Por la noche, lo mejor es disfrutar del marisco y asistir a un espectáculo de danza folclórica. La gentileza de los habitantes de la Isla de Pascua no es solo una leyenda. ¡Un viaje perfecto!
En mi viaje por Chile, he dado un salto hasta la isla de Pascua (declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) para pasar allí una semana.
La isla, que también recibe el nombre de Rapa Nui, posee esa atmósfera mística y fuerte que poseen muy pocos lugares en el mundo y que se puede apreciar desde que llegas a la isla. Me cuesta ser objetivo cuando hablo de la isla de Pascua, porque por ahora es mi lugar preferido en el mundo. He viajado por más de 50 países en los 5 continentes, pero la isla de Pascua es realmente única y no se parece a ningún otro lugar de nuestro planeta. Por eso te aconsejo que vengas lo antes posible a descubrir sus maravillas. El descubrimiento de los Moái es sencillamente único. Y si cuando debas irte de la isla has conseguido desentrañar todos sus misterios (aquí todo son teorías y suposiciones), no podrás reprocharle a Rapa Nui que oculte sus secretos. Después de todo, es parte de su encanto.
Todo el mundo ha oído hablar del misterio de la isla de Pascua o de cómo se han podido tallar esas enigmáticas y colosales estatuas que se sostienen de pie por toda la isla. Las inmensas esculturas, esparcidas por el paisaje, crean una presencia mágica y envolvente que no soy capaz de olvidar.
Pero no son la única cosa de la isla que merece la pena destacar. Mi viaje ha estado cargado de alegría gracias a las playas, los desiertos y los magníficos volcanes durmientes. Cabe destacar que la isla está muy bien conservada y los habitantes locales son los que se encargan de gestionar el turismo. Los mejores medios para descubrir estos lugares encantadores son los paseos a caballo o en bicicleta y el buceo. Te costará decir adiós.