
La primera vez que visité el centro de Pekín pude percibir que se trataba de una ciudad con un glorioso pasado. Tiene un papel fundamental en la región, ya que limita con la provincia de Hebei y con el municipio de Tianjín y se trata una ciudad densamente poblada que cuenta con una superficie de 16 800 km2.
Lo que más me llama la atención de esta ciudad tan activa es su frenético ritmo de vida. ¡La ciudad rebosa energía en cada una de sus calles! Uno puede darse cuenta rápidamente de que se encuentra en el centro político y cultural de esta región de China. De hecho, Hong Kong y Shanghái son los principales núcleos financieros del país, pero Pekín es el centro de las relaciones diplomáticas y cuenta con un grandioso patrimonio histórico.
Embajadores, políticos y personalidades públicas, nadie escapa al poder de atracción de Pekín, que despliega la alfombra roja cuando se trata de recibir a sus invitados. Pude percibir que en la ciudad existe un gran equilibrio entre tradición y modernidad.
En mi opinión, es imposible hablar de Pekín sin hacer referencia a su impresionante patrimonio arquitectónico, que cuenta con algunas de las obras más maravillosas que haya realizado el hombre a lo largo de su historia: desde la Gran Muralla a la Ciudad Prohibida, pasando por el maravilloso Templo del Cielo.
Pero no debemos pasar por alto los grandes proyectos actuales. En este sentido, me sorprendió mucho la cantidad de medios y recursos que se pusieron en marcha cuando Pekín albergó los Juegos Olímpicos de 2008. Quedaba patente que las autoridades querían hacer todo lo posible por consolidar su posición como ciudad líder del país. La capacidad para reaccionar y responder de forma inmediata ante los grandes desafíos, representa bien la personalidad de esta ciudad.
Necesitarás varios días para visitar Pekín. Hay numerosos lugares que son de obligada visita, como la Ciudad Prohibida, la plaza de Tiananmen, el Templo del Cielo o el Palacio de Verano. ¡Si es tu primera visita, no puedes perdértelos! Es verdad que son lugares muy turísticos, pero no por ello dejan de ser monumentos maravillosos.
Sin embargo, si te quedas varios días en la ciudad podrás descubrir sus parques, que aunque son poco conocidos por los visitantes, suponen un auténtico balón de oxígeno en pleno centro de la ciudad: la Colina del Carbón (Parque Jingshan) y el Parque Beihai son dos excelentes ejemplos. Los templos, como el Templo de los Lamas (Yonghe) o el Templo de Confucio, merecen de igual modo la visita, son verdaderos oasis de paz en medio del bullicio de la gran ciudad.
Por último, sería una verdadera pena irse de Pekín sin haber paseado por sus hutong... Estos callejones tradicionales, rodeados de casas bajas típicas pekinesas, han desaparecido prácticamente con el vertiginoso crecimiento de la ciudad, pero aún quedan algunos aislados. Te recomiendo fervientemente que dediques unas horas a pasear por estos barrios. En ellos descubrirás cómo es realmente la vida cotidiana de los pekineses, lejos de las arterias principales de la ciudad, que suelen estar atestadas de gente.
Con más de 20 millones de habitantes, la segunda ciudad más poblada de China, solo superada por Shanghái, ofrece innumerables oportunidades laborales y atrae a una cantidad de personas cada vez mayor. Gracias a su gran dinamismo, las posibilidades de encontrar empleo son muy altas. Solo hay un requisito fundamental: hablar chino mandarín, que no es poca cosa.
Sin embargo, esto parece ser un impedimento para la gente. Luchar por un futuro mejor lleva implícito tener que hacer algunos sacrificios, sobre todo si se tiene en cuenta el increíble crecimiento económico de Pekín en los últimos años. En efecto, la tercera ciudad del país invita a probar suerte con un crecimiento superior al 10% anual y su “Central Business District”en constante desarrollo. La energía se puede percibir en las calles, cada vez más abarrotadas de gente. Economía, cultura, forma de vida... ¡Un cóctel de vitaminas pekinés!