
Lo que me gusta de los hutongs: ese encanto anticuado, que hoy sorprende y recuerda el entramado de aquellas ciudades de la antigüedad, ahora amenazado por la modernidad. Y me temo que la falta de viviendas y la liberalización de la economía han dado paso a un proceso urbanístico que está poniendo en grave peligro la belleza de las ciudades de aquellos tiempos pasados. Los hutongs luchan por escapar de la más absoluta desaparición.
Me encanta sumergirme en esa otra cara de Pekín, tan llena de vida, de calor humano, de solidaridad y de historias de barrio.
Son un legado de una era en la que casi no había coches, ni siquiera caballos, así que los hutongs estaban perfectamente adaptados a un estilo de vida poco movido. Las callejuelas tenían muy cerquita colegios, comercios, burdeles y también casas señoriales. Todo el mundo se conocía y reinaba un estilo de vida relajado y un ambiente como de pueblo.
La ciudad, de un color gris perla, se articulaba alrededor de los pozos (de ahí el origen de la palabra "hutong"), de los rickshaws (el principal medio de transporte) y de los templos, donde la gente acudía a rezar y se daba cita en fechas señaladas. Paseando por estos barrios he visto muchas veces puertas con inscripciones de la dinastía Qing, o casas bonitas, renovadas por fuera, como pequeños paraísos a cielo descubierto.
Los habitantes de los hutongs viven con la amenaza constante del desalojo. Al igual que en otras grandes ciudades del país, en Pekín también son víctimas de la especulación inmobiliaria. Pretenden echar abajo las casas para construir bloques modernos y rascacielos, cada cual más alto que el anterior. Las demoliciones están a la orden del día.
Me acuerdo de una vez que estuve hablando con un habitante decidido a enfrentarse a la maquinaria de estado. Me habló de la historia de su familia, que vivía allí desde hacía generaciones. Me contó que su hermana se había casado con el chico de la callecilla de al lado y también que la escuela de su infancia estaba condenada a desaparecer para siempre. Aprovecha ahora, mientras todavía puedes conocer la magia de estos barrios pekineses. ¡Date prisa! Es lo único que puedo decirte...