
Se han quedado aisladas, cortadas... Algunas han desaparecido bajo las nuevas urbanizaciones. Sin embargo, los visitantes todavía pueden encontrar aquellas calles de antaño. Hay que imaginárselas distribuidas según una filosofía urbana que apuntaba a una forma de ayuda mutua. Debían ser prácticas y fácilmente accesibles. Al principio solo eran caminos, que a lo largo de los siglos se fueron convirtiendo en callejuelas.
Para descubrir los antiguos caminos de paso que cruzaban Shanghái, primero hay que ir al casco antiguo, situado entre Fuxing Dong Lu y Dongjiadu Lu. Allí todavía hay tiendecillas y otros comercios que se resisten a desaparecer. Su historia ha quedado reflejada en el origen de los nombres de las calles, que allí terminan con «matou», que significa «dique, presa» y, por extensión «oficio». En aquella época, las calles tenían un uso comercial y cada una se especializaba en una cosa. Por ejemplo, en la calle Yanmatou Jie se concentraban los comerciantes del sector de la sal («yan»).
Si bajas un poco hacia el sur desde el casco viejo de Shanghái llegarás a una de las callecillas preferidas por los más entendidos: el callejón del farmacéutico. Su nombre evoca un gran templo que se alzaba allí antiguamente en honor al dios de los medicamentos. Pero hoy en día casi no queda nada del templo, solo una piedra tallada, incrustada en una pared rosa de una casa.
También me gusta mucho la callejuela de la luz celestial. Este nombre tan poético se debe a que se encuentra justo al lado de los edificios antiguos de la administración local, por donde iba el tendido eléctrico. Fue la primera calle en tener alumbrado eléctrico. Hoy los cables están enredados de una forma muy poco armoniosa, pero no era así en aquella época. ¡Hay que dejar volar la imaginación!
Pero explorar y recorrerse los callejones de Shanghái no se limita a un interés histórico o arquitectónico. Paseando por ellos te acercas, sobre todo, a la vida cotidiana de los shanghaianos. Te encuentras con la ropa tendida y la pintura descascarillada. O con esos viejos amigos, charlando tan animadamente. Da la impresión de que el tiempo se haya quedado un poco estancado.