
Pude comprobar que no se revelan totalmente a primera vista, sino que hay que ser pacientes y esperar. Solo unos pocos pasos después, miles de metros cuadrados de murales y estatuas pintadas aparecen ante nosotros. Las cuevas no pueden ser visitadas en su totalidad de una vez, ya que no están abiertas todas al mismo tiempo. Así que podrás ver entre 10 y 11 por visita, pero no más.
Estas grutas son, en realidad, cavidades creadas por el hombre hace más de 1.000 años. Esculpidas y pintadas, representan temas de inspiración budista.Destaco especialmente los numerosos frescos, que me recordaron a las pinturas de los hombres prehistóricos. Los colores han permanecidos muy vivos y cambian según el angulo de la luz.
Este patrimonio fue descubierto por un monje, en 1900. También, desveló la existencia de una inmensa biblioteca. Contiene miles de manuscritos y objetos antiguos, perfectamente conservados. Es la más grande del mundo dedicada a la antigua cultura de Oriente, una valiosa referencia para la historia de la antigua China.
Una curiosidad: nuestros vecinos franceses participaron en la catalogación de estas joyas. De hecho, gracias a la participación del sinólogo francés Paul Peillot, este patrimonio pudo ser catalogado y alojado en museos de todo el mundo. Aunque no se puede ver todo el conjunto, uno solo puede alegrarse de que estos tesoros sean protegidos y estén en lugar seguro.
Las cuevas están llenas de mil y un secretos. Pongamos como ejemplo la gruta 302. En ella, descubrirás antiguas escenas de la dinastía Sui e ilustraciones sobre las expediciones de los habitantes de aquel período. Las pinturas, que representan camellos unjidos a un carro, son el testimonio de intercambios comerciales en la época en la que los comerciantes realizaban la Ruta de la Seda. Por eso, en esta cueva, se puede conocer un poco cómo era la vida en la antigua China.
Otra cueva que marcó mi visita fue la gruta 61, un interesante lugar donde apreciamos los paisajes del monte Wutai. Cada detalle está dibujado con precisión: montañas, ríos, templos, ciudades, carreteras e incluso caravanas. Este minucioso trabajo es, prácticamente, como si fuera un detallado mapa, que hará las delicias de los investigadores en ciernes.
A medida que el visitante avanza en el recorrido sin fin de las cuevas, no deja de preguntarse cómo es posible tal obra.