Una isla muy cercana
Córcega se encuentra a menos de 200 kilómetros de la costa francesa y hace buen tiempo casi todo el año. Es fácil llegar incluso con un presupuesto pequeño. Hay dos formas de ir: en avión o barco. Hay muchas conexiones marítimas desde Barcelona, Valencia, Málaga, Marsella, Toulon o Niza, y desde Italia también. Hay muchas compañías que conectan la isla, y el viaje por mar es realmente hermoso, sobre todo si tienes la suerte de llegar al salir el sol. Sea cual sea el lugar donde desembarques, la isla de la belleza te ofrecerá un espectáculo lleno de colorido.Paisajes y contrastes
Córcega te asombrará por la diversidad de sus paisajes. En menos de veinte kilómetros podrás pasar de las playas de arena blanca a la montaña. La isla cuenta con un parque natural regional que cubre más de un tercio de la isla, y una de sus principales funciones es la de la conservación del medio ambiente y los espacios amenazados. Incluye maravillas naturales como las Agujas de Bavella, o el golfo de Porto, así como sus enormes acantilados rojos. En Córcega es bueno llevar siempre una chaqueta encima pues las temperaturas cambian rápidamente.Actividades para todos los gustos
En Córcega se puede realizar todo tipo de actividades. Si eres más del tipo de playa y descanso, ven a conocer las numerosas calas a lo largo de la costa. Sin ir muy lejos, podrás encontrar un poco de silencio en las pequeñas y tranquilas bahías y leer un buen libro, acariciado por la brisa del mar.
Si eres más del estilo deportivo, podrás realizar recorridos a pie, en bicicleta o a caballo. El parque nacional ha puesto en disposición 1.500 kilómetros de rutas señaladas, sin contar el GR20 o la ruta "Mare e Monti". También puedes practicar barranquismo en la Castagniccia, o ir a explorar los fondos marinos en la reserva de Scandola. Toda una oferta de ocio por descubrir o para practicar según tus gustos.
Una gastronomía particular
Por qué no ir a Córcega para conocer su gastronomía. Hay muchas granjas-albergues que te permiten probar especialidades locales diferentes dependiendo de la región y la estación del año. El brocciu o el figatelli no se comen en verano, no es la época...
Los embutidos son muy conocidos, pero los canelones con hierbas, o el estofado de jabalí, que se sirven en los pequeños pueblos acompañados de un vino local, tienen ese recuerdo que nos transporta a las cocinas de nuestras abuelas. A orillas del mar, el pescado o marisco a la parrilla son otras de las delicias. Acércate al puerto para ver a los pescadores regresar y preguntarles qué es lo que traen.
No te olvides de los quesos de oveja o de cabra, que se pueden comprar sobre todo en las granjas. Y por supuesto los postres, canistrelli, fiadone... No sabrás donde elegir.