No voy a mentir, Trinidad es mi ciudad preferida de Cuba. Después de dejarme seducir por La Habana durante mi viaje a Cuba, me he enamorado perdidamente del ambiente mágico de Trinidad. La belleza de sus calles es inigualable. Tanto en sentido propio como figurado. Y es que las calles están adoquinadas de manera irregular. ¡Cuidado, no te vayas a caer!
El tiempo no pasa en Trinidad, hay que deambular simplemente por la ciudad, sentarse en la Plaza Mayor y observar la vida tranquila de sus habitantes. Me encanta este ritmo apacible que se convierte en desenfrenado al caer la noche. Los músicos embriagados por sus notas exóticas y el contoneo de las bailarinas de salsa te hacen perder la cabeza. Me siento en Trinidad como en ninguna otra parte.
Trinidad está inscrita en el Patrimonio Mundial de la UNESCO; es preciosa, me encanta, la adoro.
Los museos y las iglesias se concentran cerca de la Plaza Mayor. He deambulado por sus calles pintorescas, pavimentadas e irregulares. Un mercado típico desvela la creatividad de sus artesanos: muchas mujeres bordan o tejen modelos magníficos, hay objetos preciosos tallados en madera, coches, máscaras, animales, estuches para puros, collares de todo tipo y objetos fabricados con latas usadas. Me tomé mi tiempo para hablar con los cubanos, que son todos muy simpáticos y no buscan vender a toda costa. Les gustó mucho que escuchara sus explicaciones.
Más tarde, subí hasta una antigua ermita, una construcción del siglo XVIII encaramada en una colina al norte de la ciudad, y descubrí una vista impresionante del mar Caribe.
Aunque muy turística, Trinidad es una ciudad muy bonita que ofrece muchos atractivos. Lo mismo cabe decir de sus alrededores, ya que la zona interior del país rebosa de lugares por descubrir duranteun viaje en Cuba, sobre todo a caballo.
Objetivamente, Trinidad es una ciudad magnífica. Es una joya de la arquitectura y rebosa de un encanto multicolor. Para apreciar Trinidad, es importante no visitar la ciudad de prisa y corriendo, como la mayoría de los autocares de turistas que se quedan medio día, el tiempo de almorzar y pasear, cámara de foto en mano, por la antigua ciudad.
Para disfrutar de Trinidad, me perdí entre sus callejones pavimentados, entré en sus casas y sus viejos palacios de colores pastel, admiré sus patios y jardines interiores, conversé con sus habitantes y bailé en sus bares hasta el final de la noche.
Situada en la costa sur de la isla, en el centro del país, también es un lugar de paso estratégico para los viajeros duranteun viaje en Cuba.