Camagüey (Cuba)

No pienso que Camagüey sea muy diferente a las otras ciudades cubanas. Tendrás tu dosis de espectáculos típicos, de casas pintorescas y, sobre todo, de iglesias. Sin embargo, hay algunas joyas en esta ciudad: edificios majestuosos de estilo inimitable e iglesias magníficas, aunque de estas hay para hartarse. Por desgracia, después de haber visto estos edificios, volvemos inevitablemente a un paisaje que, en mi opinión, es muy pobre y no respira la alegría de vivir. Es la impresión que tuve cuando visité Camagüey, durante mi viaje en Cuba.

Mención especial, no obstante, para la Plaza San Juan de Dios. Una plaza con mucho encanto y, dicho sea de paso, muy típica, con todos los ingredientes necesarios: una iglesia magnífica, una plaza pavimentada, casas pintorescas, el bar de la esquina con su terraza a la sombra… No hay duda de que estás en Cuba.

Camagüey ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por lo que recibe subvenciones para el mantenimiento y la rehabilitación de la ciudad. Sus calles, repletas de casas coloniales, están llenas de color: azules, amarillos, naranjas... La ciudad está muy limpia y permanece ajena a los principales circuitos turísticos. No hay demasiado tráfico. Es muy agradable pasear por sus calles. Pasé por delante de las 7 iglesias católicas de la ciudad, visité la Plaza de los Trabajadores, con el rostro del Che en la fachada de la oficina de correos, el teatro... Luego paseé entre las estatuas de la plaza y charlé con un hombre que había servido de modelo para una de ellas. Más tarde, fui a la calle de Maceo, que está llena de tiendas.

Por la noche, salí a la “Casa de la Trova”, un lugar muy típico que se encuentra en todas las ciudades y en el que se realizan conciertos. Disfruté de la música mientras bebía un mojito y regresé a medianoche, ya que a esa hora empieza a refrescar.

Al día siguiente, di un paseo por el mercado, que es un auténtico placer para la vista, las frutas y verduras son abundantes y llenan los puestos de color.