En el barco de Ardrossan, pude contemplar las montañas áridas que se elevaban hacia el cielo azul, con sus pies plantados en los bosques. Una diversidad de colores que presagiaba escenas espectaculares. El desembarco se realiza en Brodick, en donde te espera una de las principales atracciones de la isla: el magnífico castillo y sus jardines. Desde el castillo, se puede escalar elpreciado monte Goat Fell, el punto más alto de Arran (874 m). Tiene la forma de una pirámide: su cima ofrece unas vistas sobrecogedoras. Cuenta al menos 4 horas entre ida y vuelta. Además de un sinnúmero de caminatas, esta isla montañosa posee mucho interés histórico. De hecho, ha sido habitada desde el neolítico, Arran alberga al suroeste, emplazamientos de piedras alzadas o alineadas: Machrie Moor (edad de bronce) y Auchagallon son dos de los sitios más importantes que dan testimonio de este pasado.
Disfruté mucho de Machrie Moor, perdida entre los campos y rodeada de colinas. En el norte de la isla también me gustaron las ruinas del castillo de Lochranza, otro testigo del pasado. El mayor recuerdo que guardo de Arran es el de una escena de suave luz sobre piedras alzadas, toda ella pintada con tonos pastel. La isla de Arran es una parada fuera de los recorridos convencionales en un viaje por Escocia. Alejada de las multitudes (salvo quizás en verano), aquí se puede econtrar la tranquilidad de verdad en un entorno espectacular.