El centro histórico de Conil es encantador, típico de los pequeños pueblos mediterráneos: fachadas cuyo color blanco casi hace daño a la vista por el contraste con el cielo azul brillante... Hay algunos edificios bonitos para visitar, pero desde mi punto de vista, la mejor manera de disfrutar de este tipo de ciudad andaluza es tomando unas tapas en una de las bodegas del centro.
También hay muchas heladerías, ideales para un descanso fresco después de pasar el día al sol.
Conil de la Frontera es un pueblo costero, y el barrio de los pescadores es el mejor para visitar, ya que tiene bellos monumentos, como la Ermita del Espíritu Santo y otras edificaciones religiosas. España es muy religiosa, especialmente en el sur, y en Conil hay iglesias que datan del siglo XV.
Pero lo que me agradó más fueron los bellos acantilados y costas escarpadas. Puedes dar paseos en bicicleta desde Conil para llegar a las calas de Roche y del Aceite. Están a unos siete kilómetros del centro de la ciudad. Después, puedes pasear a pie hasta costa y disfrutar de las hermosas playas y del paisaje.