Antigua me sorprendió muy gratamente, ya que aunque no fui allí con muchas expectativas, esta villa sin embargo me ofrecía todo lo que pudiera apetecerme para mis vacaiones en Fuerteventura. En primer lugar conocí Caleta de Fuste; como no podía ser de otra manera en las Islas Canarias, aquella era otra de sus maravillosas playas, como salidas de un catálogo de viajes de novios.
Si estáis cansados del sol, cerca de allí se encuentran las Salinas del Carmen, unas salinas restauradas con dos siglos de historia. Un lugar curioso, interesante, aunque a primera vista no parezca muy atractivo. Pero realmente vale la pena que vayáis allí.
Y por fin, el lugar que para mí fue el más especial de todos: el castillo de Caleta de Fuste; en realidad se construyó como atalaya para la vigilancia de los alrededores, desde el siglo XVIII. De noche, y con la iluminación especialmente instalada en este castillo, es una imagen absolutamente preciosa.