Tras una ruta a pie de varios días, recorriendo Gran Canaria de norte a sur, llegué a Maspalomas. No voy a negar que es todo un placer bañarse en las aguas de la Playa del Inglés, después de haber hecho trekking en las montañas y haber dormido en la oscuridad de la noche bajo la luz de las estrellas. Lo que recuerdo más gratamente de Maspalomas es su litoral; la ciudad parece la típica localidad costera, pero realmente vale la pena visitar sus playas.
El municipio de Maspalomas está rodeado de una enorme lengua de arena amarilla que se extiende desde el este, desde la Playa del Inglés, hasta llegar al Faro de Maspalomas al oeste, pasando por lo que es un verdadero mini-desierto: las dunas de Maspalomas. ¡Sinceramente, creo que es un destino ideal para un poco de relax en familia!
Maspalomas es, sin duda alguna, la localidad costera por excelencia en Gran Canaria dedicada al turismo de masas que buscan sol y diversión. Su playa más conocida es la Playa del Inglés, que se ha convertido en la meca del turismo gay en Europa. Y como esto no es precisamente lo que yo buscaba, enseguida me largué de allí.
Durante mi viaje por las Islas Canarias, me encantaron estos 17 kilómetros de arena blanca, su agradable clima, soleado durante todo el año prácticamente. Incluso en invierno, es poco frecuente que la temperatura baje de los 20º C.
Lo que más me gustó de todo fue el parque natural de las Dunas de Maspalomas. Es toda una experiencia increíble caminar por las 400 hectáreas de dunas de arena blanca. Algo que os quitará el aliento de verdad serán las vistas del océano, desde una duna de 20 metros de altura.