Situada en el extremo norte de la isla de Lanzarote, el Mirador del Río es un imprescindible durante una estancia en las islas Canarias. Por la vista, cierto, pero también por el edificio que, aparte de de su arquitectura, ¡es increíble!
Construida en la misma roca volcánica, el Mirador es el reflejo de los prejuicios de César Marique, el artista y arquitecto que ha imaginado esta obra. Integración perfecta del entorno natural, desprovista de ángulos rectos, patios de luz y muros blanqueados con cal. Por mi parte, soy un gran "fan" de este personaje emblemático de Lanzarote que, en los años 60 y 70, trabajó por la preservación de su isla.
Las grandes vitrinas del bar ofrecen una vista panorámica de la pequeña isla de la Graciosa y sus volcanes. Lo que me gustaron fueron todas las paletas d colores visibles desde este mirador. El azul del océano, el gris de la piedra de lava, el blanco de las playas de la Graciosa y el rojo de los antiguos saladares de Canarias. ¡Un verdadero cuadro viviente!
Parece como si el Mirador del Río quisiera jugar al escondite con los visitanteses una edificación apenas perceptible desde el exterior, desde la parte baja, en la isla de Lanzarote, gracias a una sutil e ingeniosa maniobra de camuflaje que consiste en esconder su estructura bajo una pesada piel de piedra que lo mimetiza completamente con el entorno.
Su forma particular y el diseño de interiores (un largo pasillo con dos grandes ventanas) sirven para dividir el espacio en varias secciones, evitando así la gran concentración de personas en un solo puntoaun en el apogeo de la temporada turística (mañanas de verano). Me gustó saber que era una reconstrucción libre de un antiguo puesto de artillería.
Las vistas desde aquí son impresionantes por su ubicación excepcional. Desde un lado puede verse el risco de Famara, y desde el otro el Volcán de la Corona; además, en días de cielos despejados, a lo lejos incluso se ven los islotes próximos del archipiélago chinijo.