Me quedé dos días en el Cañón Bryce, y me pareció el tiempo ideal para recorrer tranquilamente todo el parque natural y disfrutar de algunas rutas por los senderos acondicionados. Estaban muy bien señalizados, se fundían perfectamente con el paisaje y había para todos los niveles de dificultad, con una longitud de entre 1 y 10 km.
Lo que más me gustó fue el amanecer en "Sunrise Point". Aunque en junio el sol sale a las 5.00, el esfuerzo merece la pena. La luz se refleja en los acantilados y en las "hoodoos" (las columnas de piedra típicas del parque), que pasan de un color rojizo a inundar poco a poco el cañón con unos colores fabulosos.
El parque tiene una superficie total de 145 km², así que hace falta tener coche. Si no tienes, hay lanzaderas gratuitas que funcionan de mayo a septiembre y que circulan durante todo el día.
Cuando estuve de viaje por Estados Unidos e hice un tour por los parques nacionales, me di cuenta de que lo mejor para obtener el máximo provecho de la visita es pasar por recepción. Allí todo está organizado a las mil maravillas. Los empleados son profesionales y responderán a todas tus preguntas. También cuentan con un programa de actividades. Así, por ejemplo, podrás disfrutar en todo momento de una visita guiada llevada a cabo por un "ranger".
Estos te enseñarán un sinfín de cosas sobre diferentes temas. Además, estas visitas gratuitas suponen una gran oportunidad para entender cómo funcionan los fenómenos naturales excepcionales que se pueden ver en estos parques nacionales. Jamás olvidaré al ranger Steve, quien nos narró, muy emocionado, la historia de este bosque ancestral con todo lujo de detalles cuando hicimos la «Rim Walk» en el Bryce Canyon.