Mi llegada a Tamale me recordó más a Burkina Faso, Mali y Níger que al Golfo de Guinea. Dos grandes mezquitas dominan la ciudad, y la calle está llena de bicicletas y motos, La forma de las casas, la cocina, todo en Tamale es propio de una pequeño capital de otro universo: el norte de Ghana.
Además de pasear por las avenidas arboladas del centro de la ciudad y disfrutar de la atmósfera, no hay ninguna actividad especial a hacer en Tamale. Es necesario visitar el mercado, lleno de color. Fuera del centro, la mayoría de las casas son de barro, como en los pueblos de Ghana del Norte. A decir verdad, Tamale es más un conglomerado de pueblos muy populados que una ciudad real.
Esto es también lo que le da su encanto: su ritmo pausado, a veces inquietante, y su estructura típicamente africana. El sistema político es tradicional, y quizá tienes tiempo de ver al jefe del Gran Tamale en una ceremonia. Su poder es tan real como el de los representantes del estado central de Ghana.