Margarites es un pequeño y agradable pueblo de la zona de Rétino. Es imposible perderse para acceder a Margarites, ya que solo hay un camino hacia el pueblo. En Margarites, la cerámica es la reina. Desde la gran plaza a la calle principal, las tiendas y talleres cerámicos se suceden.
Aunque la calidad de la cerámica puede variar de una tienda a otra, los ceramistas me parecieron muy hospitalarios y amables: no se cansan de explicar con todo detalle sus técnicas de fabricación. Algunos ceramistas de Margarites reproducen modelos minoicos, aunque otros prefieren trabajar piezas menos refinadas. Pero todos utilizan arcilla negra: una producción local que se vuelve roja cuando se cocina y tiene una textura agradable. Para afinar la arcilla, los ceramistas alisan la superficie con la ayuda de un rodillo.
En Margarites, la cerámica es un tema de lo más serio: hay que tener en cuenta que los artesanos más perfeccionistas siguen trabajando a mano, sin electricidad, cociendo su cerámica en horno de leña, ¡como hacían sus antepasados!