Creta, que para los antiguos griegos era la isla de los dioses, es el territorio más meridional de Europa. Me pareció un lugar de una gran belleza y me encantó la amabilidad de sus habitantes.
No hay muchos ríos ni bosques en Creta, pero sus plantaciones de olivos me impresionaron bastante. Un auténtico manto verde que se extiende sobre la mayor parte del territorio y suaviza en gran medida la aridez del clima que tiene la isla, más propio del vecino continente africano.
Creta es un lugar ideal para descansar. Pude descubrir playas realmente paradisiacas, un elemento común de todos los lugares que visitarás a lo largo de tu viaje a Grecia. Respecto a los espacios naturales, mi lugar preferido fue la garganta de Samaria, un laberinto de piedras de más de 16 km cuya profundidad alcanza los 300 metros y cuya anchura varía entre los 2 y los 150 metros.