Me encantó la impresión que daba el monumento a Cook, ya que uno podría pensar que "estaba allí plantado", sencillo y blanco, en su pedazo de isla y a orillas de las profundas aguas. Y como no se ve llegar allí ningún sendero, la arboleda del entorno es bastante espesa, y el acantilado de la bahía es abrupto. Así que uno bien se puede imaginar el ambiente en el momento del descubrimiento, cuando los blancos aún no habían llegado y nada había construido ...
Nosotros elegimos ir caminando. La ruta para acceder al monumento, y el punto de buceo, forman parte integral de la excursión; hace falta más de una hora para ir, y es bastante exigente a nivel físico. Imagino que esto está hecho aposta, que el sendero no sea de fácil acceso, porque el lugar es popular y hay muchos turistas que quieren ir allí.
Lo cual es comprensible, cuando uno se entera de que allí se pueden ver delfines en la bahía de Kealekekua. Fue la primera vez que tuve una vista despejada, con un banco de 5 o 6 ejemplares que alternaban sus saltos con el nado superficial; así, nada que no se pudiera ver sumergiendo la cabeza en el agua. Merodean por allí con frecuencia, y a buen seguro los veréis en ese rincón durante vuestro viaje por Hawai.