Aunque muy turístico el Monte Bromo es un lugar imprescindiblede tu circuito por Indonesia.
Me levantémuy temprano para ver amanecer y admirar el excepcional paisaje que tenía ante mí: un cielo que se iba llenando de matices, desde un azul muy claro hasta el rojo escarlata, con el Parque Nacional y sus múltiples volcanes en primer plano.
Cuando amaneció, fui en minibús hasta el banco de arena, a algunos centenares de metros de los pies del Monte Bromo. Para alcanzar la cima del volcán y contemplar el cráter de 800 metros de diametro y 200 metros de profundidad, la ascensión puede llegar a ser complicada, sobre todo la primera parte, que es muy arenosa. También puedes montar a caballo o en burro si te apetece.
El ritual cuando se visita el Monte Bromo es comenzar el día con un amanecer espectacular desde la cumbre del Monte Penanjakan. Aunque te cueste levantarte a las 4.00 de la mañana, piensa que merecerá la pena y que siempre podrás compensarlo tomándote un buen café made in Indonesia y unos ricos buñuelos de plátano cerca del mirador. La visita continúa en dirección al volcán en un todoterreno.
La particularidad de este volcán de más de 2300 metros de altura, es que está situado cerca de un banco de arena gris, que nos da la sensación de estar en otro planeta. Al llegar este lugar, tendrás dos opciones: una pequeña caminata hasta la cima, o, para los menos deportistas, llegar a caballo directamente a los pies del volcán. Yo lo tenía claro: ¡a caballo!
Desde la cima podrás disfrutar de unas vistas grandiosas. Pero, antes, deberás subir algunos escalones que te separan del destino final. Con la altitud, es fácil ahogarse.
El Monte Bromo entra regularmente en erupción y proyecta unas nubes de cenizas que recubren toda la zona, otorgándole un paisaje lunar a la región. Es la impresión que me dio cuando la luz del día dejó ver la enorme caldera en la que se encuentra el Bromo.
Un paisaje devastado, pero precioso. Es gris, pero con toques de verde en las laderas. Esta mezcla de colores, sumada al humo que sale siempre del cráter del volcán, es un poco surrealista. Por dentro, me moría de ganas escalar el volcán, aunque estaba cerrado oficialmente por razones de seguridad.
No fui el único con esa tentación y debo decir que, para mí, fue una visita imprescindible. Además de la subida de adrenalina, tuve la sensación de encontrarme muy cerca de un auténtico monstruo de la naturaleza. El ruido sordo que salía de sus entrañas me pareció el sonido de la Tierra respirando. Descubrir Indonesia sin ver el Bromo me parece impensable.