Cuando llegamos a Nusa Dua, ya no nos sentíamos en Bali. La carretera está bien acondicionada, y las calles están delimitadas por parterres de flores muy cuidados. Nos paramos para revisar el coche y, después, aparcamos para seguir a pie.
Recorrimos la costa, pero solamente por un lado, porque algunas playas estaban privatizadas para los clientes de los complejos hoteleros. Las consumiciones en los "warungs" son demasiado caras. El litoral está lleno de hoteles impersonales y de actividades propias de un parque de atracciones.
Solo merece la pena el sendero que lleva a las rocas de la orilla. Después de este agradable paseo, contemplamos las vistas. Nos encantó la fuerza de las olas rompiendo sobre las rocas, salpicándonos al pasar.
La mayoría de las playas de Bali, de arena negra volcánica y agua turbia, no correspondían exactamente con la idea que yo tenía antes de mi viaje. Pero al llegar a Nusa Dua, ¡por fin! Grandes extensiones de arena blanca y aguas turquesas estaban esperándome. La playa recibe a numersos surfistas balineses y australianos, que acuden a disfrutar de uno de los mejores puntos de surf de la isla. Se pueden realizar otras actividades, entre ellas, paracaídismo, motos de agua y esquí acuático.
Mi opinión sobre Nusa Dua es encontrada. He de reconocer que los numerosos complejos turísticos hacen que el lugar sea más impersonal y no muy auténtico. Un auténtico enclave turístico.
En Nusa Dua, como por todas partes durante tu estancia en Indonesia, no tendrás problemas para encontrar empresas de alquiler de scooters por unas pocas decenas de euros al día. Si la conducción "a tirones" no te asusta, sal a descubrir los alrededores de la ciudad. El scooter es, probablemente, la mejor forma de disfrutar plenamente de la isla.