
Seguramente es uno de los volcanes más atípicos del planeta. Vale la pena desviarse para ir al Kawah Ijen. Todos los esfuerzos por llegar hasta allí se ven ampliamente recompensados. ¡Que dé comienzo el espectáculo!
En el cráter del volcán fluyen las aguas de la laguna más ácida del planeta. Si habías pensado en darte un chapuzón, vuelve más tarde... Su color extraordinario choca bruscamente con su entorno. El Kawah Ijen es también la mayor reserva natural de azufre del mundo. Es un espectáculo que pasma a los visitantes con escenas sobrenaturales: ¡de noche se ven llamas azules! Es el azufre, que escapa del cráter a más de 200° C.
Los «mineros del azufre», como los llaman, contribuyen a la reputación del volcán, tanto como el increíble decorado. Se cuentan por centenares y se pasan el día yendo y viniendo del cráter al pueblo con más de setenta kilos de mineral a sus espaldas (cobran por peso entregado). Respiran vapores de azufre cada día, durante años. ¿Cuál crees que es su esperanza de vida? Cuarenta años... Si quieres llevarte un recuerdo del Kawah Ijen, cómprales estatuillas de azufre. Es un dinerillo que se llevan directamente al bolsillo.
Aunque el Kawah Ijen es una visita obligada durante un viaje por Indonesia, no es precisamente el sitio mejor comunicado de Java... Primero tienes que decidir cómo llegar hasta el volcán. Puedes optar por un viaje organizado (que suele incluir también el volcán Bromo en el paquete, otra visita imprescindible en Java), o bien coger muchos medios de transporte locales (resulta agotador, pero sale mucho más barato). Una vez allí, solo te queda subir los tres kilómetros que te separan del cráter. Aunque sea una distancia corta, no te la tomes a la ligera. Es un ascenso bastante duro, y más si subes por la noche para ver el fuego azul salir del cráter, lo cual te recomiendo totalmente.
Habrá muchos guías que quieran acompañarte para descender por el cráter. Si tienes poco presupuesto o prefieres tomate tu tiempo, que sepas que puedes bajar tú solo/a. Es imposible equivocarse de camino y, además, habrá un montón de guías con otros turistas. No tienes nada más que irte andando detrás.
El amanecer desde la cima del volcán es un instante mágico que no te puedes perder bajo ningún pretexto. Si habías subido durante la noche, en ese momento irás descubriendo poco a poco el paisaje que te rodea, conforme el sol vaya cobrando fuerza: el lago ácido, el mar de nubes, el valle tan frondoso, que contrasta con los árboles secos de las inmediaciones del volcán... ¡En Kawah Ijentienes la sensación de estar frente al punto donde se originó el mundo! Amantes de la naturaleza y la geología, cargad a tope las baterías de las cámaras. No todos los días se tiene la oportunidad de descender por las entrañas de la Tierra...
Con un día tienes para ver el sitio, pero ya que es una «expedición» bastante ajetreada, conviene quedarse un día más por la zona y descansar. Puedes aprovechar para perderte por los campos de café y echar la tarde tranquilamente.