El lago de Braies ("Prags" en alemán) es uno de los lugares que más me marcaron en los Alpes italianos. Sus aguas son de una belleza increíble: puras, verdes, azules, a veces turquesa, según el cielo... Combina majestad y alegría, porque los picos dolomíticos que lo rodean, entre ellos el célebre Seekofel, con sus paredes claras y verticales, forman un paisaje alegre y brillante, celestial.
Personalmente me encantó quedarme en las orillas del lago de Braies varios días, ir en barca, hacer el recorrido por el sendero que lo bordea. También me gustó su infraestructura humana: casas dispersas, muchas de las cuales son establecimientos hoteleros, nunca feos, siguiendo la hermosa arquitectura alpino germánica, una iglesia, una capilla... Todo lo que el hombre ha hecho a orillas del lago de Braies está en armonía con ese marco natural fantástico. Además, es una excelente base para practicar el senderismo en el macizo de Fannes-Sennes-Braies, un espacio natural de una gran belleza.