Durante una estancia en Italia, pude visitar el Vaticano y Roma. Dediqué un día entero pero pienso que dos días es mejor. Puesto que había reservado mis entradas para el museo del Vaticano en internet, no presté atención a los guías que abordan a la gente en los alrededores del museo, sobre todo porque el propio museo ofrece visitas guiadas en español.
Como no había más plazas para las visitas guiadas en español, opté por el alquiler de una audioguía y descubrí que había muchas explicaciones en ella. El museo es muy rico en obras de todos los géneros (piezas que datan de la época de los faraones, desde la antigüedad a nuestros días). No es físicamente posible ver todo en un día. El único lugar en el que no es posible sacar fotos, es la Capilla Sixtina. ¡Incluso hay guardias que vigilan a los turistas!
La Plaza de San Pedro y la Basílica del mismo nombre se encuentran a 15 minutos andando del museo. Para evitar la multitud y para poder visitar la Basílica, no hay que ir los días de misa. Por supuesto, hay que hacer cola porque hay puertas de seguridad, pero una vez en el interior, ¡es magnífica! Hay un lugar reservado para las velas un poco separado porque muchos de los objetos y muebles, como el altar, son de madera.
Apenas del tamaño de unos veinte campos de fútbol unos al lado de otros, el Vaticano es un pequeño estado por su tamaño pero grande por su historia y su importancia simbólica. En el corazón de la capital romana, no hay frontera, no hay delimitación, pero de pronto aparece en versión XXL el esplendor y la riqueza de la religión católica. Ante ti se encuentra la Plaza de San Pedro presidida por la basílica del mismo nombre, el templo de la religión católica y residencia del papa desde hace siglos.
Por supuesto, se trata de una etapa imprescindible durante un viaje a Italia para tomar consciencia del poder y la riqueza de la iglesia católica. De todas formas, debes saber que a lo largo de las grandes misas anuales, el acceso al Vaticano puede ser particularmente difícil.
La Ciudad del Vaticano tiene una superficie de 0,44 kilómetros cuadrados; mi visita sólo duró 2 horas. El primer lugar que hay que visitar es la plaza de San Pedro, fue proyectada por el arquitecto Bernini en 1656. Me gustó muchísimo la columnata de Bernini, ¡en realidad se trata de una cuádruple columnata formada por 284 columnas y cerca de un centenar de pilares! El obelisco de la plaza también impresiona bastante, proviene de Alejandría y fue transportado a Roma por Calígula en el año 37. Pude admirar el bello decorado de mármol que se extiende alrededor del obelisco.
Justo en frente, la basílica de San Pedro domina la plaza. Me pareció que es un brillante complejo arquitectónico del siglo XVI, ¡la basílica de San Pedro tiene cuatro veces la superficie de Notre-Dame de Paris! Pude admirar la espléndida Pietá de Miguel Ángel y la imponente cúpula de la nave central.