Para ir de Catania a Siracusa hay que coger el tren. Cuando se duerme en una tienda de campaña puede haber un verdadero problema, al descubrir que las estaciones están en el centro, en la ciudad, y que los campings están en la periferia. Pero eso es sin contar con los sicilianos y su rapidez para acercarte con tu equipaje allí donde quieras. Entonces teníamos nuestras piernas para descender a visitar la bella ciudad de Siracusa.
Dirección a la isla de Ortigia, conectada a tierra por el Ponte Nuovo. Allí podrás rodear las murallas, perderte en sus callejuelas, admirar el domo, meter los pies en el agua. Si tienes tiempo, pasa tu primer día explorando la ciudad y todos sus detalles, reservando los exteriores para más tarde. Si, al contrario, no tienes demasiado durante tu viaje a Sicilia, te aconsejo comenzar visitando el parque por encima de Siracusa, donde, desde el teatro griego y el anfiteatro romano, tendrás una vista desde las alturas de Ortigia, y disfrutarás de un bellísimo panorama.
Esta es mi ciudad favorita de Sicilia. Siracusa es para mí una joya, una auténtica perla de la arquitectura. Durante un viaje por Sicilia, me parece indispensable quedarse al menos varios días para poderdescubrir Siracusa.
Sobre todo el casco antiguo de Siracusa, la isla de Ortigia, es realmente magnífico y vale la pena conocerlo. Entre sus iglesias barrocas, sus antiguos palacios monumentales y su duomo que hace recordar a la antigua Grecia, los estilos se mezclan de forma mágica. Es particularmente fascinante y romántica, sobre todo al ponerse el sol, cuando las calles se iluminan con miles de luces.
No te olvides explorar el barrio arqueológico de Neapolis, para visitar las ruinas y los museos.
Junto a Taormina, Siracusa es un lugar que no puedes perderte, en tu viaje por Sicilia. Esta ciudad cargada de historia, es una pequeña joya cultural, que se va revelando en cada esquina de la calle. Si solamente puedes ver un lugar de Siracusa, entonces dirígete directamente a Ortigia.
Lo que más me llamó la atención al llegar a Siracusa, es la extensión de la ciudad, con sus fachadas de las casas un poco desconchadas y sus vías de ferrocarril, en fin, no sabía bien lo que me esperaba. Pensé que esta ciudad me iba a decepcionar pues parecía bastante fea desde la ventanilla del coche. Pero al llegar a Ortigia se entra en un mundo diferente. En primer lugar se pueden ver las ruinas del templo de Apolo, que datan del 565 antes E.C. (restos de la época griega). A continuación continuamos por la Via Roma desde la plaza de Arquímedes y torcemos por la piazza de Atenea, un impresionante camino pavimentado que te lleva hasta la Plaza del Duomo. Esta plaza es mágica, con algunas maravillas arquitectónicas, como la famosa catedral (antiguo templo de Atenea) y el palacio Beneventano del Bosco: ejemplo típico cel barroco de Siracusa. Por la noche la plaza se ilumina, me quedé enmudecido frente a tanta belleza. Para los curiosos como yo, seguid paseando hasta el extremo sur de la isla, bordeando el mar. Pasaréis delante de la fuente de la ninfa Aretusa, que se asemeja a un pequeño estanque. En el extremo de la isla se encuentra otra de las joyas del casco antiguo, allí descubrirás el castillo ciudadela Maniace, que data del siglo XIII. Por último, vuelve al centro por el laberinto de callejuelas para impregnarte de la atmósfera de Ortigia.
Fui a Siracusa por mi cumpleaños. Además de ser una ciudad histórica extraordinaria, en uno de los restaurantes de Ortigia descubrí una gastronomía mediterránea típica y deliciosa, servida por camareros habladores y amables que me ofrecieron un digestivo: ¡qué recuerdo tan fantástico!