La Umbría es un paraíso verde, así como una de las regiones más pequeñas de Italia y una de las pocas que no limitan ni con un país vecino ni con el mar. Comparada con su vecina, la Toscana, está menos poblada y es menos visitada. Sin embargo, la región merecería más atención, ya sea por sus sublimes paisajes de colinas verdes, sus pequeños pueblos medievales suspendidos en la cima de los montes o, por supuesto, por la excepcional ciudad de Asís, lugar de nacimiento de San Francisco de Asís.
Sin menospreciar todo lo anterior, lo que personalmente más me gustó de la región de Umbría fue su capital, la ciudad de Perusa, digna representante de esta zona de Italia. De dimensiones modestas, goza sin embargo de una parte vieja asombrosa; además, el gran número de estudiantes contribuye a crear un ambiente festivo. Por todas estas razones, la región de Umbría, injustamente subestimada, debería formar parte integral de todo viaje a Italia.
Umbría ofrece una serie de paisajes singulares que me llamaron especialmente la atención: colinas cubiertas de vegetación, llenas de ciudades fortificadas y con una arquitectura medieval. Te recomiendo visitar Perugia, Asís y Spoleto. Pero esta lista no es en ningún caso exhaustiva.
Perugia constituye el centro histórico de Umbría. Te recomiendo pasearte por la Piazza IV Novembre: una obra de arte arquitectural en torno a la cual gravitan ciudadanos y turistas con el objeto de admirar los bajorrelieves, la fuente del siglo XIII y la catedral de San Lorenzo. A pocos metros de la plaza se halla el Palazzo dei Priori, construido entre los siglos XIII y XV: uno de los edificios civiles más importantes de Italia.
Asís me pareció una ciudad muy fotogénica, con sus frescos de muchos colores en la basílica Saint-François, los muros color de miel de sus calles, los jardines perfumados de rosas y las pendientes floridas y cubiertas de vegetación del monte Subasio. Spoleto es una ciudad que guardo en mi memoria por sus edificios históricos, de gran belleza: me gustó el teatro romano, el castillo de Lucrecia Borgia y el Puente de las Torres