Tokio es para mí ese tipo de ciudades que pueden asociarse a todos los calificativos y superlativos. Inmensa, increíble, sorprendente, encantadora, impresionante... y así sucesivamente. También diría que, a diferencia de algunas de sus homólogas asiáticas, Tokio es una capital bulliciosa pero no agobiante. Me refiero a la fuerte impresión que deja la ciudad en su capacidad de ofrecer atmósferas tanto diversas como opuestas.
En especial me llamó la atención la visión posmoderna que despide el ambiente agitado de los barrios de Akihabara, templo de las nuevas tecnologías con sus innumerables pantallas luminosas y los barrios a la moda de Shibuya o Ginza.
Pero no muy lejos de allí, a unas cuantas estaciones de metro, se encuentra el viejo Tokio con toda su autenticidad y tradiciones, en especial en los barrios de Asakusa (no te olvides visitar el templo senso-ji) y las pequeñas callejuelas estrechas de Kagurazaka. Si el contraste no te ha impresionado todavía, acércate al barrio de Harajuku para descubrir la vanguardia de la cultura japonesa y los adolescentes "cosplay".
Al principio no pensaba que me iba a gustar tanto Tokio: sus colores tanto de día como de noche, sus grandes edificios, sus mercados, su cocina, sus tradiciones y sus excentricidades... una ciudad llena de emociones donde es imposible aburrirse.
Para mí, cada barrio de Tokio posee su propia atmósfera. Me acuerdo de las multitudes en la estación de Shibuya, las grandes tiendas de Ginza, la vida nocturna de Shinjuku, la tranquilidad que reina en Ueno, o incluso los rituales que se realizan en el templo Senso-ji à Asakusa. Me gustó mucho la efervescencia de Electric Town.
Si vas a hacer un viaje por Japón, Tokio es ineludible. Te recomiendo dar un paseo en barco por el río Sumida. Por la noche los puentes se iluminan en verde, azul o rojo... No dudes en subir a algún rascacielos para tener unas vistas panorámicas desde las alturas.
Visité la ciudad cuando los cerezos estaban en flor, es un momento mágico... En ese momento en Tokio hay un ambiente particular, alegre, que te arrastra y te pone una sonrisa en los labios. Todos los habitantes están en el exterior para pasear bajo los cerezos en flor, ¡a veces, incluso los policías hacen fotos a los turistas delante de los cerezos!
Incluso si no tienes la oportunidad de viajar en esta época, ¡te garantizo que es una ciudad que puedes visitar varias veces sin cansarte! La diversidad de los barrios es impresionante, la ciudad inmensa. Si quieres descubrir la ciudad fuera de los circuitos turísticos, te aconsejo contratar un guía para un "Tokyo Safari". Durante un día (o más, si lo deseas) te hará descubrir los lugares un poco más secretos de la ciudad, las direcciones de pequeños restaurantes típicos... En resumen, verás la mega ciudad desde otro ángulo.
Ya estés o no en familia, te gusten o no los museos, hables o no japones. Te incito a ir a visitar el Museo de Historia Natural (el precio de la entrada es ridículo), y no sólo durante un día de lluvia. Está tan bien, es tan bonito e interactivo (hay terminales interactivos en inglés, cosas que se pueden tocar, sonidos para escuchar, etc...), ¡me pasé horas allí! Vale, lo reconozco, adoro las bestias y los museos no me desagradan. Pero allí, todo está presentado de manera tan artística y realmente muy fácil de entender (incluso si no leo japones, entendí muchas cosas). Sobre todo hay una pequeña "Galería de la Evolución" con terminales interactivos al lado, donde al hacer clic sobre la silueta de una animal puedes ver un pequeño video sobre su vida. Al lado de eso, el Museo de Ciencias Naturales de Madrid parece viejo y polvoriento... ¡Viva el museo japonés 2.0 !